La publicidad emocional

Las emociones guían nuestra vida. Nuestro estado de ánimo varía en función de cómo nos sentimos. Somos lo que sentimos, por lo que llegar al consumidor a un nivel personal es vital para el éxito de los anunciantes.

Los anuncios que apelan a las emociones logran quedarse en la memoria y vuelven en forma de recuerdos. Conectan con el punto de decisión de compra, que siempre es subjetiva. Permiten crear vínculos duraderos entre las marcas y los compradores.

Los anunciantes han encontrado un filón y están cada vez más apostando por el llamado Happy Targeting, un concepto innovador de publicidad que permite segmentar a los consumidores en función de su estado de ánimo.

Las marcas buscan estar asociadas a la felicidad de los clientes. Esto abre la puerta a la viralización del contenido y a un mayor compromiso por parte del consumidor. Pero, también otras emociones, además de la alegría, como la tristeza, el miedo, la ira, el asco y la sorpresa se usan para emocionar.

Amazon ya ha patentado una nueva versión de su asistente virtual Alexa que puede detectar automáticamente si uno está enfermo y venderle medicinas. Facebook y Google llevan tiempo detrás de esto para conocer el comportamiento de los usuarios. De hecho, las búsquedas por voz tienen ya un impacto importante en la publicidad digital. No en vano el 60 por ciento de los españoles, según IAB, utiliza el asistente virtual integrado en su Smartphone, sea Siri, Google Assistant, Sherpa o Alexa. Según comScore, en 2020 alrededor del 50 por ciento de las búsquedas en Internet se realizarán a través de la voz.

En España, el servicio streaming de música Spotify ha lanzado en marzo la primera campaña de audio FeliZiudad, de Renault, analizando la música  que escuchan los consumidores y escogiendo aquellos que reproducen canciones alegres.

El 46 por ciento de los consumidores percibe y recuerda los anuncios cuando se siente feliz y el 21 por ciento se muestra más receptivo a las marcas, según Nielsen Consumer.

Este nuevo concepto de publicidad conlleva una mayor demanda de datos psicográficos por parte de los anunciantes, en vez de los históricos demográficos, para segmentar de forma más óptima las audiencias.

La irrupción de la Inteligencia Artificial en el negocio de la publicidad también contribuirá al desarrollo de Happy Targeting al facilitar la recolección de datos sobre las interacciones entre las marcas y los usuarios. Se estima que el uso de esta tecnología aumenta la rentabilidad promedio de las campañas en un 35 por ciento al enviar mensajes dirigidos al consumidor de forma personalizada, según sus necesidades concretas en cada momento de forma automatizada.

El futuro pasa por personalizar esos mensajes basándose en la respuesta emocional del consumidor en tiempo real. Las nuevas tecnologías lo permitirán con la Inteligencia Artificial o incluso el reconocimiento facial.

 

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